Certezas, seguridades, tener las
cosas claras. O, búsqueda, dudas y salto al vacío. La vida se mueve buscando un
equilibrio entre lo racional y lo pasional. No necesariamente la proporción es
del 50%. Depende de la persona, del momento, de las circunstancias…
Es cierto que es el corazón lo
que mueve mi vida, o lo que quiero que la mueva, pero también es verdad que ese
tira y afloja entre razón y pasión es el que nos permite un equilibrio vital,
un punto en el que mi vida no es una locura permanente pero tampoco un esquema
fijo, un dibujo en el cual no puedo salirme de lo establecido.
Y según lo que se busque, uno
necesita que su yo emocional crezca y le gane la partida al yo racional. Sí.
Algunas decisiones requieren aparcar a un lado la razón y dejar paso al
corazón. Algunos ámbitos de la vida necesitan un punto de locura, de riesgo.
Y cuando llega ese momento pueden
ocurrir distintas cosas. Puede ocurrir que el corazón encuentre vía libre.
Puede ocurrir que el yo racional sea demasiado grande e inunde la esfera emocional,
no dejándole ninguna capacidad de iniciativa. Puede ocurrir también, que el
corazón se encuentre aparentemente disponible, dispuesto a vivir ese momento,
pero existan resistencias, esta vez del propio corazón: heridas que aún
escuecen, miedos no superados… Porque sí, la memoria se encuentra también en el
corazón.
Estábamos en el momento en el que
necesitas que tu corazón funcione y seque (hasta cierto punto) a esa cabeza que
se empeña en buscar razones, motivos… que se empeña en dar mil vueltas a los
pensamientos, ahogando a un corazón con ganas pero sin hueco para desarrollar
todas sus posibilidades.
Total, que cuando uno ha tenido
el corazón anestesiado durante un tiempo pues luego cuesta dejar que sea el que
lleve las riendas de la vida. Y sí, algunas circunstancias lo requieren.
Querido corazón, ahora que despertaste, quiere y déjate querer. Sé valiente.
Arriesga. Vibra. Sueña. Ama, ama y ensancha el alma.
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